El imperio de la fuerza
siempre ha prevalecido sobre la mujer. “A medida que el hombre conquista el
mundo-ha comentado Susan-Brownmiller-,
también se apodera de la mujer.” Hemos de entender que la esclavitud fue un
asunto de racismo-en el más amplio sentido de la palabra-de los hombres blancos
hacia los negros, pero también constituyó una dominación del hombre blanco
sobre la mujer de raza negra.
Uno sabe y entiende que
‘violar es matar’ el cuerpo y el alma de cualquier mujer (y de un hombre
también), y mancillar su género: cuerpo y alma, alma y cuerpo convertidos en
mujer-objeto.
¡Dios las conserve en
la gloria! a nuestras mujeres .Sangrando
dolor femenino de ese corazón inmenso que poseen todas ellas, que son los seres
más maravillosos creados en nuestro universo… El sufrimiento de muchas
mujeres se traduce en su propia muerte…, a manos de esos hombres que entienden
que las mujeres son de nuestra propiedad: ¡Nada más lejos…!
“Pasan los días, se vienen los meses, y mi lágrimas negras ya de tanto
llorar, me aconsejan que me marche de mi casa, y deje a mis dos hijos del
alma–polluelos aún– solos. Mi esposo me pega todos los días. Parece ser que… es
por costumbre, por afán de maltratar por maltratar, por afán de
superioridad, por fuerza bruta–de lo cual doy fe de que la posee…–, y estoy
amenazada de muerte”, así rezaba una misiva que recibí de una buena amiga de mi
juventud, de estudios que cursamos juntos. Su nombre es Estrella: delicada,
preciosa, inteligente y sufridora donde las haya… Está viviendo su historia, ahora
y no antes, su historia del miedo de las mujeres ante los hombres, y con su
corazón dentro de las tinieblas –sangrando dolor femenino–ante la falta de
protección en la que se encuentra…
He de recordar las hermosas redondillas de Sor Juana Inés
de la Cruz , que dicen: Hombres necios que acusáis/a la mujer sin
razón, /sin ver que sois la ocasión/de lo mismo que culpáis: / si con ansia sin
igual/ solicitáis su desdén, / ¿Por qué queréis que obren bien/si la incitáis
al mal?
“Cuantas veces he salido
corriendo de casa, con café bebido de un sorbo, y dos dónut para andar el
camino a la velocidad del rayo”, continuó diciendo en su sentida y profunda
carta. “Después cogía el metro—billete de ida y vuelta–, mezclándome con el
mundo, que muerde el pavimento para llevarme unos pocos euros-euros de necesidad-,
a mi domicilio.” Pobre muchacha, pobre E…, que mala pata ha tenido con su
casamiento… Y seguí leyendo: “Llegaba a la oficina para sentarme frente a mi
PC, llamaba por el móvil a la pescadería y después al carnicero. Mi organismo
empezaba a quejarse: me falta el tiempo y casi el descanso necesario, pues he
de preparar la cena cuando llegue a mi domicilio. El estrés lo tengo asentado
en mi cerebro, que no para de pensar y más pensar…qué comida he de preparar
para mañana. Y por todo este trabajo sólo recibos golpes y más golpes- que me
propicia mi esposo- sin motivo alguno”. Aquí no se acaba el sufrimiento.
Y continúa E…: “Hoy tengo
que salir corriendo para quedarme embotellada en el tránsito; resolver las
cosas por el celular, correr el riesgo de ser asaltada o de morir embestida por
un bus u otra loca liberada que corre a su oficina igual que yo; instalarme
todo el día frente al PC trabajando como una esclava (moderna, claro está), con
un teléfono en el oído y resolver problemas uno detrás de otro, que, por lo
demás, ni siquiera son mis problemas”.
No me nombró el lugar de su
próxima residencia, pero cualquiera que sea el sitio donde se halle, sabe uno
que, para ella, será como la propia “Gloria bendita”: a ciencia cierta, y no me
equivoco, mi compañera de estudios se encuentra sembrando su libertad psíquica y
sexual, para no ser maltratada nunca jamás…
Esta historia es, sin duda,
una asignatura pendiente para resolver por los gobiernos de los distintos
países del mundo, donde nuestras hijas de Eva son maltratadas psíquica y
físicamente por sus maridos, por sus parejas sentimentales, por sus novios, por
sus amantes liberales…, y hasta por sus propios hermanos. Piensa uno muchas
veces que, cuando estamos aconsejando a una mujer abortar–el tesoro que lleva
dentro–, quizá nos encontremos ejerciendo sobre su persona otra violencia de
género más… Quizá sería mejor apoyarla psíquica y monetariamente hablando,
y por los propios Estados. Mas cuando una mujer dice ¡no!, debemos respetar su
parecer. Es el caso concreto de hallarse en estado de buena esperanza, cuando
realmente se vuelve a encontrar sembrando su libertad sexual.
Naciones Unidas ha expresado
que, en titulares de prensa, sobre un 25% de las mujeres han sido violadas.
Insisto: triste pero verdadera realidad. Recordamos la vida de nuestras féminas
en Camboya, Liberia, Perú, Ruanda, Somalia…De que nos sirve que se haya
establecido el 25 de noviembre de todos los años como “Día_Internacional_de_la_Eliminaci%C3%B3n_de_la_Violencia_contra_la_Mujer”.
La Coruña, 23 de
noviembre de 2012
©Mariano Cabrero Bárcena
es escritor