jueves, septiembre 23, 2010

La victimización de los jóvenes

El tomar alcohol se ha convertido en una droga fácil de obtener: Vemos -con mucha tristeza- que miles de jóvenes se agrupan durante las noches de los viernes y los sábados para consumir alcohol-droga actual del cerebro humano-, en grandes cantidades. Es “la litrona” una gran diosa a la que rinden pleitesía chicos y chicas: cada vez más jóvenes, con el consentimiento de los padres, con el consentimiento de las autoridades de turno que, aunque teniendo leyes aprobadas al respecto, hacen mutis por el foro. Estos hábitos nocturnos están llevando a nuestra juventud al deshabito del estudio, a la falta de energía e interés por el trabajo, a perder ilusión por la vida…, consiguiendo que sus hígados se conviertan en esponjas de la muerte: la cirrosis a la vuelta de la esquina les espera… ¡Drogas y más drogas del diablo!




Con cierta frecuencia aparecen en prensa diaria muertes súbditas de jóvenes–hijos nuestros, a la sazón presa fácil de desaprensivos (yo diría: homicidas, pues saben que lo que venden mata), que valiéndose de estratagemas o engaños facilitan que adolescentes de 13 ó 14 años comiencen a probar el “hachís” (chocolate) conocido vulgarmente con el nombre de “porro”.


Esta es la primera etapa de la iniciación; después vendrá la heroína, la cocaína, MDA o droga del amor(es droga, en el terreno físico, dilata las pupilas, provoca sudoración, disminuye el ritmo respiratorio y actúa como inhibidor de la potencia orgásmica...Con sus posibles efectos nocivos a largo plazo), el éxtasis, ¡la muerte!(Los jóvenes suelen empezar a consumir cannabis a los 13 o 14 años y cocaína alrededor de los 18 años).



Hoy en día, y lo vemos en la realidad a diario, el homicidio juvenil es harto frecuente en América Latina. No ocurre lo mismo en América del Norte ni en Europa, afortunadamente. Mas por este camino vamos...En África también nuestros muchachos/as son objeto de homicidios, pero se producen como consecuencia de conflictos armados realizados por adultos.



Y es que las victimizaciones de los jóvenes–ya entre bandas rivales, ya entre mafias que se dedican al tráfico de órganos vitales del ser humano para trasplantes...–, obedecen a múltiples causas: los adolescentes están abandonados por los gobiernos de turno de estos países, y, además, no encuentran ni encontrarán respuestas claras a entornos familiares adecuados para la convivencia, al mundo de las escuelas para la enseñanza, al mundo del trabajo...Aquellos dirán: “Moriremos siendo jóvenes”. Y añadirán: “Trabajo quiero, que no dinero para comprar drogas de la muerte lenta, y terminar en olvido eterno”.


El hombre nació libre, es libre y creador -descubridor diría yo-, y no debe someter su voluntad e inteligencia a los estupefacientes –drogas, alcohol, tabaco…- para que éstos le produzcan fiesta, concentración y descanso, todo de manera artificial. El cuerpo humano tiene en su interior más de 400 productos químicos que son capaces de dar alegría, tristeza, sueño, amor, odio..., pero de forma natural. Todo servido por nuestro intelecto. Prueba de lo que digo, sin duda, es el siguiente ‘amor pasional’ de dos mujeres, salida de mi intelecto (sin comerlo ni beberlo, como vulgarmente se dice), y sin vivir en absoluto lo que narro a continuación:



a) Si existe amor pasional entre mujeres: no lo negaré. Nosotras somos casadas, y hubo cómplices en nuestras relaciones sexuales: el otoño, las hojas que son secretos caídos que lleva el viento, la noche con la fuerza que da el amor… Somos almas ardientes, y buscamos lo siempre deseado

b) Ésta pudo haber sido, la playa, el día, la hora…en que la historia de dos mujeres se desarrolló. Se conocieron, se amaron, y en las sombras de la noche se dijeron ¡adiós! Cualquier cosa, cualquier acontecimiento puede ocurrir bajo la bóveda del cielo que albergan las estrellas. Y éste que narro fue uno de ellos. Quizá fue un sueño, una inspiración. ¡Y qué sé yo…! Este capricho, sueño, inspiración o realidad existe desde la noche de los tiempos. Dos mujeres atadas por el amor, porque el amor existe a nivel universal entre gais, lesbianas y heterosexuales…Y es que si alguien no ama en este mundo, posiblemente, esté esperando la muerte.

c) Si existe amor pasional entre mujeres: no lo negaré. Nosotras somos casadas, y hubo cómplices en nuestras relaciones sexuales: el otoño, las hojas que son secretos caídos que lleva el viento, la noche con la fuerza que da el amor… Somos almas ardientes, y buscamos lo siempre deseado. Después –quizás… con un ¡hasta luego!– merecerá la pena haber roto el roble amoroso que nos separaba. “Es hora, nuestra hora de los sueños –me dice mi antigua alumna cuando acude a la cita concertada –, de las relaciones carnales anheladas. Todo está escrito. Despojémonos de nuestras ropas, y busquemos sábanas – sin sogas indiscretas – donde yacer cuerpo contra cuerpo”. Su cuerpo de carne viva –cabellos bronceados y ojos con mirada desnuda – me había hecho su cautiva. Veintitrés años sin rumbo, sin límites humanos…

d) Sí existe amor pasional entre mujeres: no lo negaré. Allí –en las afueras de la gran ciudad – acaeció nuestro bacanal de mohines y carantoñas. La guarida de nuestro encuentro se encontraba al lado de una salvaje playa, tan salvaje como el ánimo voluptuoso –río profundo – que recorría nuestras venas. Desnudos los cuerpos combatieron sin medida –sobre la arena –, vientre contra vientre, pezones contra pezones… Nuestra sangre fue una y abundante sangre de placer. Mis cincuenta años no me perdonaron tanto exceso amoroso, pero las almas se tranquilizan, precisamente, con lo desconocido… con lo que estaba prohibido y hoy es llamado “opción sexual amorosa”, aunque el sexo sea el mismo. Belleza, armonía, besos ardientes, besos robados, lenguas insaciables, manos temblorosas y húmedas: he aquí el compendio de tantos y tantos orgasmos habidos. Nuestras manos, nuestras bocas cumplieron su misión. ¡Qué lejos quedaban los caprichos! ¡Qué fríos –helados – nuestros cuerpos! Ambas –nuestras voces – exclamaron: “¡Ay deleites perdidos y encontrados! Qué lejos de nosotras estuvisteis. Qué próximo el cielo: ¡lo abrazamos! Qué esclavas de los hombres pernoctamos”.

e) Cerca, muy cerca pulularon testigos las estrellas, y la Luna caprichosa esperaba: humillarnos, inculparnos, violentarnos… Allí, y sobre la playa negra de arena, dos mujeres –madura y joven – sin barreras, valientes, con luz de noche primavera –cuerpo a cuerpo – se entregaron, se amaron, se salvaron…, y llegaron a esculpir sobre una piedra: “Ayer, en tiempo muerto, quizás un instante –sin siniestras intenciones – fuimos más mujeres, en la noche del Dios de las estrellas”. Un luna débil acariciaba las aguas de la salvaje playa, y las dos mujeres–joven y madura–ya puestas en pie, levantaron sus brazos–amantes antes–, hicieron oscilar sus manos, y se perdieron para siempre, teniendo de testigos las estrellas...


Nuestra civilización actual, si así podemos llamarla, sufre como consecuencia de plantas cuyas respectivas virtudes fueron explotadas por todas las culturas. Hasta hace décadas, nadie se preocupaba de regular su siembra y recolección, mientras que ahora el hecho del cultivo de sustancias tóxicas cobra dimensiones de catástrofe planetaria: capitalistas, socialistas, comunistas, cristianos, mahometanos, etc., se unen en una cruzada común por la salud mental y moral de la humanidad. Tenemos que preguntarnos: ciertamente, ¿quién sale beneficiado con la ilegalidad de ciertas sustancias? Con evidencia podemos responder: los toxicómanos enfermos: no.



Piensan los aludidos gobiernos en bajar la edad penal de los menores en cuestión, para, de esta manera, poder almacenarlos, como si...de trastos viejos se tratase, y asunto concluido. Así, una vez enjaulados, y esto es harto conocido, serán presas seguras de la droga y el homosexualismo provocado, siendo estos últimos hermanos de sangre inseparables. Vivir para crecer, crecer para vivir, y, al final, ni crecer ni vivir..., morir lentamente su sufrimiento.


El uso y abuso de los tóxicos ha sido utilizado y está demostrado hace miles de años por ciertas religiones, sectas, medicinas y distintos poderes establecidos por las personas, para obtener estados de predisposición hacia los mensajes o teorías que predicaban los “súper-hombres” o “líderes”, y así conseguir el mayor número de prosélitos.





El hombre nació libre, es libre y creador, y no debe someter su voluntad e inteligencia a los estupefacientes, para que éstos le produzcan fiesta, concentración y descanso, todo de manera artificial. El cuerpo humano tiene en su interior más de 400 productos químicos que son capaces de dar alegría, tristeza, sueño, amor, odio, etc., pero de forma natural; todo movido por nuestro propio intelecto.


Nuestra civilización actual sufre como consecuencia de plantas y cuyas respectivas virtudes fueron explotadas por todas las culturas. Hasta hace décadas, nadie se preocupaba de regular su siembra y recolección, mientras que ahora el hecho del cultivo de sustancias tóxicas cobra dimensiones de catástrofe planetaria: capitalistas, comunistas, socialistas, cristianos, mahometanos..., se unen en una cruzada común por la salud mental y moral de la humanidad. Tenemos que preguntarnos: ciertamente, ¿quién sale beneficiado con la ilegalidad de ciertas sustancias? Con evidencia podemos responder: los toxicómanos, no.


El dinero es el “gran ganador” y el causante del consumo de drogas. Él es anónimo, uniforme y permanente; creo haber leído que está en funcionamiento hace más de 4.500 años en intercambios mercantiles. Esto es triste, pero es la realidad. ¡Poderoso caballero es don dinero!, que dice nuestro refranero español.


La idiosincrasia de cada país es distinta: Madrid no es París ni Nueva York. Quizás, lo que es bueno para Holanda no lo sea para España. ¿Acepta la sociedad española la legalidad de “ciertas” sustancias tóxicas? Estoy hablando del “Cannabis”, por decir algo. Creo que son los médicos, legalistas, moralistas, etc., quienes-en resumidas cuentas-, tienen la última palabra.


¡Qué triste es morir siendo joven!, sin haber vivido el tiempo, espacio de tiempo, que Dios nos tiene asignado en nuestra terrenal estancia. Da pena reconocer lo que el un genio del siglo XX, Walter Benjamín (1829-1940), ensayista y crítico alemán, dejó escrito: “Versalles no es lo bastante grande, y la eternidad no dura demasiado...”, cuando presuntamente consumía “hachís” a solas en un cuarto de París.


“Agua clara, aire puro y limpieza son las principales drogas de mi farmacopea”.
Napoleón Bonaparte.



La Coruña, 22 de septiembre de 2010

©Mariano Cabrero Bárcena es escritor

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