SÉNECA, La brevedad de la vida, VII
Muerte anunciada
Uno de los primeros en legalizar la eutanasia fue Holanda (la ley entró en vigor en abril del 2002). Las estadísticas al respecto apuntan que presuntamente la aplicó en 7.637 ocasiones. Datos facilitados a EFE por el gobierno holandés. Hemos de reseñar que los casos de eutanasia registrados en Holanda ha sufrido una merma, y en este país presuntamente la califican de muerte dulce. Según esta ley los médicos de holanda sólo pueden ayudar a morir–buscando la muerte de los pacientes–en caso de enfermedades que sean incurables. Cuando el enfermo sufre un dolor insoportables imposible de controlar.
Según esta hermosa teoría matar está permito, pero con la voluntad del paciente. Razonado y siguiendo de esta manera, Winnie SORGDRAGER, la que fue ministro de Justicia de Holanda (1994-1998), manifestó por aquel entonces que “la eutanasia voluntaria no podemos prohibirla (...), supondría limitar la libertad de expresión y de información garantizada por la Constitución”. Esto rezaba en un folleto editado por aquel entonces, y que explicaba también las distintas maneras para suicidarse. Con métodos “fiables y agradables”.
El susodicho folleto no ha sido bueno ni edificante para nadie. Es mi modesta opinión, mas puedo equivocarme...Esto dio lugar a que una serie encadenada de suicidios colectivos inducidos, con sugestión bastante, para que toda una serie de supuestos enfermos terminales acaben con su vida cuanto antes. ¿Dónde se encuentra el punto medio matemáticamente exacto, que delimite la frontera entre la vida y la muerte?
Václav_Havel, dramaturgo [ex presidente de la República de Checoslovaquia (1993-2004)], dijo en su día a varios rotativos españoles: “La tolerancia empieza a ser una debilidad cuando el hombre empieza a tolerar cosas intolerables, cuando empieza tolerar el mal”.
Preguntado si conocía la frontera entre una y otra, manifestó: “Desgraciadamente no hay computador ni matemático que pueda fijar la frontera. Esto depende del sentido ético y moral.
Nuestra sociedad actual se ha hecho permisiva y complaciente, hasta tal punto, que todo nos parece bien, y hemos dejado de pensar, para no complicarnos la vida. ¡Bonito panorama!
Avanzamos por un camino que parece equivocado, en muchos casos, tolerante y, como consecuencia nos encontramos inmersos en un cúmulo de defectos (imperfecciones morales): hay defectos de familia, de estado, de ocupación, de edad, etcétera. Si todos estos defectos coinciden en un individuo y no se previenen con prudencia y eficacia, estamos contribuyendo a formar un monstruo intolerable, una especie de “Superman” en cuanto a las ideas, que nos lleva de un lado para otro sin limitaciones en cuanto al tiempo a al espacio.
Uno sabe que para avanzar en esta vida, en este mundo, no debemos añorar una “edad de oro” pasada, pero sí tratar de crear un mundo vitalista, moral y ético (religiosos, para aquellos que profesen alguna religión) que, en definitiva, nos enseñe a respetarnos, comprendernos y desearnos la paz los unos a los otros. Nunca debemos apoyar el derecho a l exterminio. Dar la mano, extenderla, es construir un puente irrompible para toda la vida: la paz.
Nuevamente surgen personas que son capaces de “servir a la carta” una muerte placentera, como si la muerte fuese un acontecimiento placentero. Piensa uno que toda la vida humana tiene una trayectoria de impedimentos y problemas, pero unos y otros los debemos solventar con nuestra fuerza de voluntad, voluntad para vivir y no para morir.
Nuestros pensadores, ya fallecidos, Ortega y Gasset y Unamuno, nos hablan de la vida: el primero(“Meditaciones del Quijote”), nos dice: “La vida es libertad en la fatalidad(...), porque consiste en llevarse y soportarse y conducirse a sí misma”; y el segundo,(“Diario íntimo”), nos manifiesta: “Se dice y acaso se cree, que la libertad consiste en dejar crecer una planta(...); en no podarla(...), si sus raíces se encuentran al poco de nacer, con dura roca impenetrable(...)”. Así pues, si una planta es libertad, si una vida es libertad, cómo se puede entender que invitar a morir se convierta en unos derechos fundamentales en muchos países del mundo.
Todos recordamos la muerte de Ramón Sampedro Cameán o(tetraplégico), de 53 años, acaecida el 12 de enero de 1998 en la localidad de Boiro (La Coruña). Falleció mediante el procedimiento de “suicidio asistido”, ingiriendo cianuro potásico. Esta muerte anunciada se produjo tal y como estaba convenido. Una vez que el delito hubo prescrito, siete años después, Ramona Maneiro, admitió en televisión haber facilitado a Ramón el acceso al veneno que le causó la muerte ¡Hermosa valentía, amiga Ramona! Realmente has dado muestras de un verdadero amor al…
La Coruña, 16 de diciembre de 2008
©Mariano Cabrero Bárcena es escritor
Según esta hermosa teoría matar está permito, pero con la voluntad del paciente. Razonado y siguiendo de esta manera, Winnie SORGDRAGER, la que fue ministro de Justicia de Holanda (1994-1998), manifestó por aquel entonces que “la eutanasia voluntaria no podemos prohibirla (...), supondría limitar la libertad de expresión y de información garantizada por la Constitución”. Esto rezaba en un folleto editado por aquel entonces, y que explicaba también las distintas maneras para suicidarse. Con métodos “fiables y agradables”.
El susodicho folleto no ha sido bueno ni edificante para nadie. Es mi modesta opinión, mas puedo equivocarme...Esto dio lugar a que una serie encadenada de suicidios colectivos inducidos, con sugestión bastante, para que toda una serie de supuestos enfermos terminales acaben con su vida cuanto antes. ¿Dónde se encuentra el punto medio matemáticamente exacto, que delimite la frontera entre la vida y la muerte?
Václav_Havel, dramaturgo [ex presidente de la República de Checoslovaquia (1993-2004)], dijo en su día a varios rotativos españoles: “La tolerancia empieza a ser una debilidad cuando el hombre empieza a tolerar cosas intolerables, cuando empieza tolerar el mal”.
Preguntado si conocía la frontera entre una y otra, manifestó: “Desgraciadamente no hay computador ni matemático que pueda fijar la frontera. Esto depende del sentido ético y moral.
Nuestra sociedad actual se ha hecho permisiva y complaciente, hasta tal punto, que todo nos parece bien, y hemos dejado de pensar, para no complicarnos la vida. ¡Bonito panorama!
Avanzamos por un camino que parece equivocado, en muchos casos, tolerante y, como consecuencia nos encontramos inmersos en un cúmulo de defectos (imperfecciones morales): hay defectos de familia, de estado, de ocupación, de edad, etcétera. Si todos estos defectos coinciden en un individuo y no se previenen con prudencia y eficacia, estamos contribuyendo a formar un monstruo intolerable, una especie de “Superman” en cuanto a las ideas, que nos lleva de un lado para otro sin limitaciones en cuanto al tiempo a al espacio.
Uno sabe que para avanzar en esta vida, en este mundo, no debemos añorar una “edad de oro” pasada, pero sí tratar de crear un mundo vitalista, moral y ético (religiosos, para aquellos que profesen alguna religión) que, en definitiva, nos enseñe a respetarnos, comprendernos y desearnos la paz los unos a los otros. Nunca debemos apoyar el derecho a l exterminio. Dar la mano, extenderla, es construir un puente irrompible para toda la vida: la paz.
Nuevamente surgen personas que son capaces de “servir a la carta” una muerte placentera, como si la muerte fuese un acontecimiento placentero. Piensa uno que toda la vida humana tiene una trayectoria de impedimentos y problemas, pero unos y otros los debemos solventar con nuestra fuerza de voluntad, voluntad para vivir y no para morir.
Nuestros pensadores, ya fallecidos, Ortega y Gasset y Unamuno, nos hablan de la vida: el primero(“Meditaciones del Quijote”), nos dice: “La vida es libertad en la fatalidad(...), porque consiste en llevarse y soportarse y conducirse a sí misma”; y el segundo,(“Diario íntimo”), nos manifiesta: “Se dice y acaso se cree, que la libertad consiste en dejar crecer una planta(...); en no podarla(...), si sus raíces se encuentran al poco de nacer, con dura roca impenetrable(...)”. Así pues, si una planta es libertad, si una vida es libertad, cómo se puede entender que invitar a morir se convierta en unos derechos fundamentales en muchos países del mundo.
Todos recordamos la muerte de Ramón Sampedro Cameán o(tetraplégico), de 53 años, acaecida el 12 de enero de 1998 en la localidad de Boiro (La Coruña). Falleció mediante el procedimiento de “suicidio asistido”, ingiriendo cianuro potásico. Esta muerte anunciada se produjo tal y como estaba convenido. Una vez que el delito hubo prescrito, siete años después, Ramona Maneiro, admitió en televisión haber facilitado a Ramón el acceso al veneno que le causó la muerte ¡Hermosa valentía, amiga Ramona! Realmente has dado muestras de un verdadero amor al…
La Coruña, 16 de diciembre de 2008
©Mariano Cabrero Bárcena es escritor
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Mariano Cabrero:"Nuevamente surgen personas que son capaces de “servir a la carta” una muerte placentera, como si la muerte fuese un acontecimiento placentero. Piensa uno que toda la vida humana tiene una trayectoria de impedimentos y problemas, pero unos y otros los debemos solventar con nuestra fuerza de voluntad, voluntad para vivir y no para morir".
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